El autocuidado de nuestros cuerpos cíclicos

Inake-Autocuidado-cíclico

En el último círculo de mujeres que realicé trabajamos uno de los aspectos que voy integrando e incorporando cada vez con más claridad: la importancia del autocuidado y la nutrición de nuestros cuerpos cíclicos como fuente de nuestra capacidad de sostenernos y poder dar sin vaciarnos. Al igual que muchas mujeres que conozco, debido a los modelos con los que crecimos y a los mensajes que recibimos desde pequeñas, ha sido muy habitual en mí el hecho de no escuchar los mensajes de mi cuerpo, de sobre-esforzarme, de priorizar las necesidades y demandas de los demás…

Al compartir estas experiencias con otras mujeres, y el agotamiento y los resentimientos que traen como consecuencia, nos dimos cuenta –entre otras cosas– de la necesidad de transformar algunas creencias muy arraigadas en nuestro inconsciente; por ejemplo, «el autocuidado es egoísta» o «no merezco tomarme tiempo para mi bienestar».

En el camino de volver a escuchar nuestro cuerpo, nuestras emociones e intuiciones, uno de los pasos fundamentales reside en conocer y respetar nuestras necesidades y deseos cambiantes en relación con nuestro ciclo menstrual y sus diferentes fases. En cada una de ellas nuestro cuerpo impone un ritmo, unas necesidades y una productividad diferentes. Y esto es así seamos conscientes o no, luchemos contra ello o, por el contrario, lo escuchemos y le demos aquello que está pidiendo (a veces, a gritos). Cuando aprendemos a prestar atención a nuestro propio ritmo, comenzamos a organizarnos en torno a las necesidades y deseos reales de nuestro cuerpo.

El cuerpo durante nuestra fase menstrual es un cuerpo insumiso en lo que al ritmo ajeno se refiere. Va lento y le da igual cuán deprisa vaya el resto. Si insistimos en imponerle el ritmo marcado por otros, aquél que consideramos que es «normal», entonces empezamos a sentirnos realmente mal. El cuerpo menstrual marca su propio tiempo, va contra la agenda y los estándares de productividad. Somos más cuerpo que nunca y, sin embargo, lo rechazamos porque no somos lo que se supone que tenemos que ser.

Más adelante, este cuerpo-tortuga va mutando y cobrando vida, y se va poco a poco acercando al ritmo que hemos aceptado es el necesario para encajar. Así, el cuerpo de la fase pre-ovulatoria es ágil y rápido. Es el cuerpo «normal», el «de siempre». Y como la energía ahora nos sale por las orejas, lo que hacemos es sobrecargarlo. No nos damos cuenta que el cuerpo preovulatorio tiene energía siempre y cuando nos hayamos permitido asumir el ritmo lento de la fase anterior y hayamos descansado. Además, debemos tener en cuenta que, como buen cuerpo-adolescente que es, no siempre hará lo que se espera de él y no querrá gastar toda ese energía en hacer algo que no le gusta. Por tanto, hay que poner especial atención a lo que nos está pidiendo porque si no, luego (y luego es la fase pre-menstrual), nos pasará factura.

En la fase ovulatoria nuestro cuerpo es demasiado cuerpo para la norma. Por un lado, se muestra de una forma que la norma reclama. Es el cuerpo-objeto, al que le gusta vestir tacones, escotes y pintalabios, movido por el deseo de ser deseado. Por otro lado, es un cuerpo-sujeto, aquél que no sólo quiere ser deseado sino que tiene deseo propio. Va más allá de la cosificación a la que la sociedad somete al cuerpo femenino y palpita desde la sensualidad y la voluptuosidad. Y es aquí donde este cuerpo empieza a resultar difícil de habitar porque, desde bien chiquitas, nos enseñaron que el cuerpo-mujer no desea, y si lo hace es sucio.

En la fase pre-menstrual nuestro cuerpo empieza de nuevo a redondearse e ir cada vez más lento. En la mayoría de los casos, se hincha y cambia de manera perceptible. Además, es más sensible y, a veces, hasta irascible porque necesita descansar y ser mirado, y ni le dejamos ni le hacemos caso. Muchas veces se siente avergonzado, porque no nos queremos en él. El cuerpo pre-menstrual no es un cuerpo normativo. Es un cuerpo que nos habla de aquello que no hemos querido mirar, aquello que no nos hemos dado, y nos muestra las heridas que no hemos querido ver o aquellos patrones que nos están continuamente saboteando. Pero también es un cuerpo sabio pues nos muestra la herida como camino de sanación y la belleza que hay detrás de las cicatrices. Es un cuerpo que pide quererte, mirarte y cuidarte desde otro lugar, desde la vulnerabilidad.

Entonces, ¿cómo podemos cuidar y nutrir nuestro cuerpo, nuestro corazón, nuestra mente y nuestra alma en las diferentes fases de nuestro ciclo menstrual? A continuación te dejo algunas ideas que pueden ayudarte, por si te sirven de inspiración. Algunas de las cosas que verás en la lista son difíciles de clasificar porque nos nutren a todos los niveles (por ejemplo, ir a la montaña o hacer el amor). Te invito a que uses tu imaginación y re-ordenes y re-organices en función de lo que te dice tu propio cuerpito.

AUTOCUIDADO FÍSICO 
* Practicar un deporte o actividad física que me guste (ir al gimnasio, nadar..): ¡endorfinas! (fase pre-ovulatoria)
* Apreciar mi cuerpo con frases amorosas (fase ovulatoria)
* Nutrirme con comida fresca y energética (fase ovulatoria) o con comida ligera y caliente (fase menstrual)
* Bailar con música que inspira e invita a mover y soltar el cuerpo (fase pre-menstrual)
* Recibir masajes (fase menstrual)
* Parar y estirarme 10 minutos durante el día (fase menstrual)

AUTOCUIDADO EMOCIONAL 
* Salir a cenar y disfrutar con amigas (fase ovulatoria)
* Compartir cómo me siento con amigas íntimas, escucharnos (fase ovulatoria)
* Compartir tiempo y presencia con mi pareja (fase ovulatoria)
* Decir que no. Expresar mi enfado (fase pre-menstrual)
* Estar sola y escribir en mi diario (fase pre-menstrual)
* Meditar caminando (fase menstrual)

AUTOCUIDADO MENTAL
* Leer novelas, ir a una exposición o disfrutar de un concierto (fase pre-ovulatoria)
* Tener orden, armonía y belleza en casa (fase ovulatoria)
* Crear espacio para escribir (fase pre-menstrual)
* Meditación-respiración consciente (fase menstrual)
* Desconectar del móvil y del ordenador (fase menstrual)

AUTOCUIDADO ESPIRITUAL
* Disfrutar, jugar y crear en la naturaleza (fase pre-ovulatoria)
* Ver la salida del sol (fase pre-ovulatoria)
* Agradecer, agradecer, agradecer… lo pequeño y lo grande (fase ovulatoria)
* Celebrar el ciclo de la luna, solsticios y equinoccios con rituales (fase pre-menstrual)
* Parar durante la menstruación (fase menstrual)

El autocuidado es una clara expresión de nuestro valor, nuestro poder y nuestra sabiduría. Nos ayuda a tener recursos para navegar por los retos e imprevistos que a veces trae la vida. Además, multiplica nuestra creatividad, vitalidad y felicidad. Te animo a que este verano comiences a explorarlo.

Referencias:
Este texto se ha redactado tomando como referencias a Sophia Style y Erika Irusta.  Las imágenes que acompañan al texto están extraídas de la red y desconocemos su autoría.

Brillas porque eres poderosa

Inake-brillas-porque-eres-poderosa

Brillas.

«Nuestro temor más profundo no es que seamos insuficientes. Nuestro temor más profundo es que somos excesivamente poderosos. Es nuestra luz, y no nuestra oscuridad, la que nos atemoriza. Nos preguntamos: ¿quién soy yo para ser brillante, magnífico, talentoso y fabuloso? En realidad, ¿quién eres para no serlo? Infravalorándote no ayudas al mundo. No hay nada de instructivo en encogerse para que otras personas no se sientan inseguras cerca de ti. Esta grandeza de espíritu no se encuentra sólo en algunos de nosotros; está en todos. Y al permitir que brille nuestra propia luz, de forma tácita estamos dando a los demás permiso para hacer lo mismo. Al liberarnos de nuestro propio miedo, automáticamente nuestra presencia libera a otros».

Considero que esta maravillosa cita de Marianne Williamson es totalmente cierta. Es mucho más fácil ser pequeños e insignificantes que ser grandes e inspiradores. Para ser grandes tenemos que desafiar nuestros miedos, tenemos que salir de nuestra zona de confort, tenemos que desenmascarar al ego y vivir desde el alma. Nada de esto es fácil, nada de esto está promovido por esta sociedad. Por ello ser grande significa, normalmente, nadar contracorriente. Exponerte, probar, caer, levantarte, ser criticada, ser envidiada… porque a los demás les gusta verte pequeña, manejable, gris. Prefieren eso que deslumbrarse por tu luz, porque tu luz les hace plantearse a ellos sus vidas, sus miserias.

Sin embargo, el efecto es doble porque, aunque a algunos les deslumbre tu luz y prefieran mirar a otro lado antes de enfrentarse a si mismos, a otros les inspira para crecer ellos también, para deslumbrar ellos también, para liberarse de las ataduras imaginarias que ellos mismos crearon y vivir la vida que realmente quieren vivir.

Y no hay que confundir brillar con la soberbia. Es muy distinto. Brillar es guiarte por tu alma, ser fiel a ti misma, darte permiso para ser todo lo que puedes llegar a ser. Brillar significa crear tu propio camino, hacer las cosas a tu manera, ser y mostrarte como la persona única y maravillosa que eres. Por eso te animo a que brilles. El que no esté preparado para tu luz, el que se quede en la envidia y vea tu luz como una amenaza no merece estar a tu lado. No uses de excusa a las personas grises para no brillar tú. Que no te paren en tu camino.

Qué mundo más apasionante, motivador y creativo sería si todos nos permitiésemos brillar…

Rosa Mística

¿Qué celebramos el 8 de marzo?

El 8 de marzo de 1856, 130 mujeres murieron en un incendio dentro de una fábrica textil en Nueva York. Estaban en huelga para conseguir mejorar sus condiciones de trabajo. Realizaron muchas protestas y una intensa labor por parte de las sufragistas por los derechos de las mujeres. Hasta que en 1910 y en homenaje a las trabajadoras textiles, el 8 de marzo fue declarado Día Internacional de la Mujer. Hoy los escenarios han cambio, pero siguen muriendo mujeres en la industria textil (no hay más que recordar la tragedia de Bangladesh)… y en muchos otros ámbitos… por ellas, por la lucha por la igualdad, la justicia y los derechos de la mujer… porque hoy más que nunca tiene sentido hablar de moda sostenible y derechos de la mujer… porque deje de existir un 8 de marzo… porque queremos flores… ahí va mi pequeño homenaje… un poema precioso escrito por Gioconda Belli. 

Rosa Mística